
El consumo de este ave se recomienda porque su carne blanca es una magnifica fuente de proteínas, magra y baja en grasas, con aportes de fósforo, aminoácidos esenciales y vitaminas A y B, que convierten al pollo en plato habitual de dietas de niños, ancianos, deportistas y todo aquel que quiera conservar su línea.
Todos sabemos que el pollo puede ser un manjar exquisito o una pieza insípida. Especialmente las pechugas, que son algo así como el pan de los atletas, A veces, por prescripción médica, resulta obligado hacerlas a la plancha. Cuando no sea así, yo me decanto por el arte del empanado. La pechuga bien empanada no falla nunca.
En sus mil variedades pero siguiendo un orden: primero harina, luego huevo y, después pan rallado. Y aquí os animo a que seáis creativos. El pan rallado puede enriquecerse con ajo picado o cebolla (o sopa de cebolla de sobre), con hierbas aromáticas frescas, con especias, con queso rallado... Los japoneses elaboran un pan especial para ser rallado, el panko, que ya es accesible en muchas tiendas especializadas. Ofrece un rebozado más fresco y ligero, y extremadamente crujiente. Otra opción es sustituir la harina por un superalimento como la quinoa, o incluso atreverse a machacar unos copos de maíz tostados o unos frutos secos como cacahuetes para un rebozado diferente. Imaginación al poder. Jugad. Los resultados son sorprendentes. No os digo ya si dais forma de bastones a las piezas de carne y las acompañáis de una salsa de mostaza y miel. Sencillo y riquísimo.
Con los muslos hay una técnica infalible para elevar su sabor, el relleno. Sugiero que, tras deshuesarlo y abrirlo, rellenéis el muslo de foe grás. Una buena loncha de bacon o tocino para envolver las piezas, y al horno regado con cerveza para un buen asado. Queda un bocado exquisito y muy jugoso. Para los contramuslos me decanto por algo más ligero. Primero los marcamos dorándolos bien en la sartén con aceite de oliva, y luego les damos una cocción en un caldo corto. Tanto en una como en otra receta unas verduritas jardinera salteadas al dente o una ensalada son un acompañamiento ideal.
Para cocinar el pollo de una manera diferente, exótica y original, propongo otra fórmula. Cortar calabacín, cebolla morada y zanahoria en dados. Rehogar las verduras junto a las piezas de pollo. Una vez dorada la carne, añadir curry rojo al gusto, y después, cubrirlo con leche de coco. Dejar que el guiso cueza durante diez minutos para que se integren los sabores. Esta preparación asiática combina muy bien con un arroz basmati.
Así que, atreveros a hacerla, porque merece la pena.